Rama
despertaba, todas las mañanas, al son de la dulce voz de Kaosalva, su madre: -
“Hijo, es hora de levantarte.”, seguido de los ánimos de Dasarata, su padre: -
“¡Vamos hijo! ¡Arriba! Hoy es un nuevo día, ¡Manos a la obra!”. El instante en
el que su papá se marchó del hogar, sin decir adiós ni explicación, fue el día
en el que Rama marcó su propósito de vida: Buscar a su padre.
Rama
contaba los segundos, horas, días, años, para que llegara su cumpleaños número
16, edad que había planeado partir hacia el encuentro con su padre.
A
los 10 años, salió a caminar por Kosala, un río que se encontraba en el bosque
Dandaka, por su belleza y tranquilidad, tenía la costumbre de quedarse horas
mirándolo y arrojando piedras hacia lo más lejano; sin embargo, Rama no tenía
presente que ese día sería diferente. Empezó a buscar piedras, cuando de
repente, apareció un espectro a varios metros de distancia.
-
No tengas miedo
Rama, estoy aquí para conversar. – dijo la entidad al notar la perturbación del
chico.
Rama, quien había comenzado a correr, trató de
tranquilizarse al oír esas palabras, cuando lo logró, regresó al lugar donde se
había encontrado con el ente.
-
¿Quién eres y qué
quieres? – preguntó el niño.
-
Muchos me conocen
como Brahma, otros como Alah, Dios, Jehová, El Señor, Ser Supremo, la
Divinidad; en fin… Eso no tiene importancia, lo que sí es relevante en este
momento es: ¿Quién eres tú y cuál es tu razón de existencia?”.-
-
Piénsalo bien,
¿Ese eres tú en realidad o es eso lo que te han hecho creer?
-
¿A qué te
refieres? – dudó el chico algo desconcertado.
-
Busca en ti y sé
que lo encontrarás, hasta entonces, nos veremos luego pequeño Dios.-
De pronto, esa entidad desapareció seguido de una
ráfaga de luz, la cual, dejó a Rama deslumbrado e inconsciente por varias
horas. Cuando se levantó y observó el cielo, notó que era de noche, ya era
tiempo de volver a casa, había durado todo el día afuera y su madre debía estar
preocupada.
De camino a su hogar, llegaron recuerdos de la
conversación con Dios: ¿Todo fue real o sólo fue un sueño?, y si de verdad
ocurrió, pues ¿Por qué a él?, si él era un don nadie, no comprendía… Además,
¿qué era él? Y si era algo especial, pues ¿Por qué no tenía “súper poderes” así
como los héroes de las fábulas que le contaba su mamá?
Seis años pasaron y el encuentro pasó al olvido, todo
lo que podía pensar Rama era en su padre.
El mismo día que cumplió 16 años, se despidió de su
madre y partió de su hogar. ¿Hacia dónde se dirigió? Hacia el Norte, usualmente
su intuición siempre tenía la razón.
Varios días posteriores de emprender su travesía,
conoció a un pastor llamado Danavas, muy pronto, se hicieron compañeros de viaje.
Danavas no tenía rumbo, salió de su hogar con la excusa de convertirse en
pastor, sólo porque quería recorrer el mundo, así que no le pareció
problemático seguir a Rama, mejor dicho, lo vio como una nueva aventura.
Una noche, decidieron quedarse en una granja cerca de
la capital de Mitila, estaban muy cansados para seguir y querían reposar. Cerca
de la granja, había un bosque similar al Dandaka, antes de acostarse, Rama
caminó por allá un poco nostálgico y luego, se sentó a arrojar piedras al río,
cuando en ese instante, recordó lo sucedido cuando tenía 10 años, ¿Por qué lo
había olvidado? ¿Por qué todavía no había vuelto a ver a ese ente divino?, pero
más importante, recordó las preguntas base de su conversación: ¿Qué era él y
cuál era su propósito de existencia?
Divagó durante varias horas tratando de llegar a
alguna conclusión, pero no pudo, así que fue donde Danavas a buscar consejo.
-
Danavas levanta –
susurró Rama – necesito tu ayuda.
-
¿Qué quieres? –
dijo Danavas adormilado. – Que sea rápido, estoy muy cansado.
-
¿Quién eres?
-
¿Me levantas para
saber eso? Por favor Rama, déjame dormir tranquilo, tú y yo sabemos quién soy.
Yo soy Danavas de Naraka, primogénito de Akampana y Yadjyadata, ¿contento?
-
¿Nunca se te ha
ocurrido que esa persona que crees que eres puede ser sólo una ilusión?, lo que
te han hecho creer que eres desde que naciste.
- ¿A qué te
refieres Rama? No creo que entienda tu punto.
-
Si te cuento
algo, ¿Prometerías creerme?
-
No puedo prometer
que lo haré, pero lo intentaré.
Los dos amigos dejaron al rebaño dentro de la granja y
salieron a la luz de la luna a conversar sobre el encuentro de Rama con Dios. Cuando éste terminó, Danavas quedó
sin aliento, no podía creer la historia, sin embargo, trató de hallar
respuestas con su amigo.
-
¿Qué tal si
Brahma quiso decir que tu eres la encarnación de uno de los Dioses en la
tierra? ¡Eso sería fabuloso! – exclamó Danavas con emoción.
-
No lo creo…
Dentro de ese encuentro, debe de haber algo más profundo que yo ser un Dios,
además, no creo que Dios haya querido encontrarse conmigo para que me diera
cuenta de ello, lo veo como fines muy egoístas.
-
La pregunta base
es quién eres, ¿cierto?
-
Sí.
-
Luego cuál es la
razón de tu existencia, ¿cierto?
-
Sí, pero no veo
hacia dónde quieres llegar Danavas.
-
Si no eres Rama y
eres un pequeño Dios, tal vez eres una parte de él en la tierra. Y en cuanto a
tu razón de existencia, probablemente encuentres la respuesta cuando sepas
quién eres.
Asombrado, Rama calló y empezó a mirar hacia el cielo,
quizás esa sea la respuesta, él era una parte de Dios, pero debía de haber algo
más dentro de ello.
Luego de descansar un poco más, Rama y Danavas
siguieron su viaje, pero cambiaron su dirección, ahora se dirigían hacia Vaikuta.
En el camino, conocieron a otro chico, pero mucho más pequeño que ellos dos,
tenía sólo 11 años y ya andaba sin rumbo aparente, su nombre era Subau.
-
¿Qué está
haciendo un niño como tú caminando solo por esta ruta tan desértica? ¿No
deberías estar en tu hogar con tu familia? – cuestionaba Danavas al pequeño.
-
El mundo es mi
familia, mi maestro y mi hogar, cuando te das cuenta de ello, donde te
encuentres deja de ser importante.
-
Pero, ¿no tienes
padres? Cuando tenía tu edad, si duraba mucho tiempo fuera de mi hogar, mi
madre se ponía histérica, no me imagino cómo se encuentra la tuya en estos
momentos. – dijo Rama con un poco de preocupación por el pequeño.
-
No es de su
incumbencia lo que yo haga o no. En fin, fui nombrado como Subau, pueden
llamarme así como se les plazca. ¿Puedo unirme a su trayectoria?
-
Mientras somos
más, más divertido será el viaje. ¡Sigamos adelante entonces!
En una pradera de las lejanías de Vaikuta, encontraron
una posada, decidieron quedarse allí, ya era tarde. Después de comer, Rama y
Danavas fueron a dormir, en cambio Subau se quedó despierto mirando las
estrellas, era su pasatiempo favorito, además, le encantaba meditar a esas
horas de la noche, podía de concentrarse mejor.
Rama no conciliaba el sueño, un sinfín de pensamientos
sobre su padre invadían su cabeza, así que para calmarse, salió a dar un paseo.
Luego de caminar por unos minutos, se encontró con Subau, parecía que estaba
durmiendo, pero se notaba la concentración que tenía el pequeño por sus
respiraciones y por la posición en que se encontraba.
-
¿Qué estás
haciendo Subau? – preguntó Rama.
-
Me estoy
comunicando con nuestro Padre, prefiero hacerlo a estas horas, es más fácil
escuchar su voz cuando todos están dormitando.
-
¿Nuestro padre?
¿A qué te refieres? ¿Cómo te puedes comunicar con tu Padre cerrando los ojos y
concentrándote?
-
Parece que
todavía no conoces nada sobre nosotros Rama.
-
¿Qué hay con
nosotros? Subau, no entiendo nada de lo que hablas, parece que estar tanto
tiempo andando solo por el mundo te ha vuelto loco.
-
¡Ha ha! – rió
Subau.- Hay muchas cosas en el mundo que parecen completamente locas, sin
embargo, son conocidas como tal porque no todos las entienden, no porque sean absurdas,
todo tiene su lógica.
-
¿Cómo sabes todo
esto?
-
Tengo toda mi
vida andando con nuestro Padre y Madre a mi lado, ellos me han enseñado todo lo
que se.
-
No comprendo por
qué hablas como si tuviéramos el mismo papá y mamá, mi papá se llama Dasarata y
ando buscándolo, mi mamá se quedó atrás en Ayodya y está esperando ansiosa a mi
regreso.
-
No te dejes
engañar por el mundo de las ilusiones Rama, todos somos más que un nombre, un
apellido y apariencia. Dos personas que provienen de la misma raíz son
hermanos, ¿o me equivoco?
-
No, ¿entonces te
refieres a que todos previnimos del mismo lugar?
-
Exacto.
'Noche estrellada'. Créditos: Vincent van Gogh |
Subau se levantó y emprendió su camino hacia el Sur.
-
¡Subau espera! ¿A
dónde vas?
-
No lo sé, obedezco
las órdenes de nuestros Padres y ya cumplí mi cometido contigo. Tengo otras
cosas que hacer, no puedo perder tiempo.- De repente, Subau se levantó y
sonrió.- Me despido, fue un placer conocerte y espero que hayas encontrado las
respuestas de tus preguntas. Nos veremos luego.
-
¡No te vayas!
Necesito preguntarte más, ¿sabes dónde está mi padre?
Antes de que Rama pudiera hacerle esa pregunta al
pequeño, éste ya había desaparecido en la oscuridad de la noche. Rama, perplejo
y confundido, se recostó a mirar la inmensidad de la noche.
Ideas invadían su cabeza, ninguna aparentaban tener
lógica alguna, mas decidió buscar una conclusión entre sus pensamientos
irracionales.
-
Entonces esto era
lo que querías... – dijo Rama mirando hacia el cielo.- Yo no soy el único
pequeño Dios en la Tierra, todos lo somos.
Beatriz Rivera.
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