jueves, 12 de enero de 2012

Yo soy

Hoy me encuentro un poco inspirada, por ello, publicaré un cuento que llegué a escribir el trimestre pasado (Agosto-Octubre 2011), espero que lo disfruten :)


Rama despertaba, todas las mañanas, al son de la dulce voz de Kaosalva, su madre: - “Hijo, es hora de levantarte.”, seguido de los ánimos de Dasarata, su padre: - “¡Vamos hijo! ¡Arriba! Hoy es un nuevo día, ¡Manos a la obra!”. El instante en el que su papá se marchó del hogar, sin decir adiós ni explicación, fue el día en el que Rama marcó su propósito de vida: Buscar a su padre.

Rama contaba los segundos, horas, días, años, para que llegara su cumpleaños número 16, edad que había planeado partir hacia el encuentro con su padre.

A los 10 años, salió a caminar por Kosala, un río que se encontraba en el bosque Dandaka, por su belleza y tranquilidad, tenía la costumbre de quedarse horas mirándolo y arrojando piedras hacia lo más lejano; sin embargo, Rama no tenía presente que ese día sería diferente. Empezó a buscar piedras, cuando de repente, apareció un espectro a varios metros de distancia.

-       No tengas miedo Rama, estoy aquí para conversar. – dijo la entidad al notar la perturbación del chico.

Rama, quien había comenzado a correr, trató de tranquilizarse al oír esas palabras, cuando lo logró, regresó al lugar donde se había encontrado con el ente.

-       ¿Quién eres y qué quieres? – preguntó el niño.

-       Muchos me conocen como Brahma, otros como Alah, Dios, Jehová, El Señor, Ser Supremo, la Divinidad; en fin… Eso no tiene importancia, lo que sí es relevante en este momento es: ¿Quién eres tú y cuál es tu razón de existencia?”.-

-       Soy Rama, hijo único de Dasarata y Kaosalva, mi razón de existencia es buscar a mi padre.-


-       Piénsalo bien, ¿Ese eres tú en realidad o es eso lo que te han hecho creer?

-       ¿A qué te refieres? – dudó el chico algo desconcertado.

-       Busca en ti y sé que lo encontrarás, hasta entonces, nos veremos luego pequeño Dios.-

De pronto, esa entidad desapareció seguido de una ráfaga de luz, la cual, dejó a Rama deslumbrado e inconsciente por varias horas. Cuando se levantó y observó el cielo, notó que era de noche, ya era tiempo de volver a casa, había durado todo el día afuera y su madre debía estar preocupada.
De camino a su hogar, llegaron recuerdos de la conversación con Dios: ¿Todo fue real o sólo fue un sueño?, y si de verdad ocurrió, pues ¿Por qué a él?, si él era un don nadie, no comprendía… Además, ¿qué era él? Y si era algo especial, pues ¿Por qué no tenía “súper poderes” así como los héroes de las fábulas que le contaba su mamá? 

Seis años pasaron y el encuentro pasó al olvido, todo lo que podía pensar Rama era en su padre.

El mismo día que cumplió 16 años, se despidió de su madre y partió de su hogar. ¿Hacia dónde se dirigió? Hacia el Norte, usualmente su intuición siempre tenía la razón.

Varios días posteriores de emprender su travesía, conoció a un pastor llamado Danavas, muy pronto, se hicieron compañeros de viaje. Danavas no tenía rumbo, salió de su hogar con la excusa de convertirse en pastor, sólo porque quería recorrer el mundo, así que no le pareció problemático seguir a Rama, mejor dicho, lo vio como una nueva aventura.

Una noche, decidieron quedarse en una granja cerca de la capital de Mitila, estaban muy cansados para seguir y querían reposar. Cerca de la granja, había un bosque similar al Dandaka, antes de acostarse, Rama caminó por allá un poco nostálgico y luego, se sentó a arrojar piedras al río, cuando en ese instante, recordó lo sucedido cuando tenía 10 años, ¿Por qué lo había olvidado? ¿Por qué todavía no había vuelto a ver a ese ente divino?, pero más importante, recordó las preguntas base de su conversación: ¿Qué era él y cuál era su propósito de existencia?

Divagó durante varias horas tratando de llegar a alguna conclusión, pero no pudo, así que fue donde Danavas a buscar consejo.

-       Danavas levanta – susurró Rama – necesito tu ayuda.

-       ¿Qué quieres? – dijo Danavas adormilado. – Que sea rápido, estoy muy cansado.

-       ¿Quién eres?

-       ¿Me levantas para saber eso? Por favor Rama, déjame dormir tranquilo, tú y yo sabemos quién soy. Yo soy Danavas de Naraka, primogénito de Akampana y Yadjyadata, ¿contento?

-       ¿Nunca se te ha ocurrido que esa persona que crees que eres puede ser sólo una ilusión?, lo que te han hecho creer que eres desde que naciste.

-    ¿A qué te refieres Rama? No creo que entienda tu punto.

-       Si te cuento algo, ¿Prometerías creerme?

-       No puedo prometer que lo haré, pero lo intentaré.

Los dos amigos dejaron al rebaño dentro de la granja y salieron a la luz de la luna a conversar sobre el encuentro de Rama  con Dios. Cuando éste terminó, Danavas quedó sin aliento, no podía creer la historia, sin embargo, trató de hallar respuestas con su amigo.

-       ¿Qué tal si Brahma quiso decir que tu eres la encarnación de uno de los Dioses en la tierra? ¡Eso sería fabuloso! – exclamó Danavas con emoción.

-       No lo creo… Dentro de ese encuentro, debe de haber algo más profundo que yo ser un Dios, además, no creo que Dios haya querido encontrarse conmigo para que me diera cuenta de ello, lo veo como fines muy egoístas.

-       La pregunta base es quién eres, ¿cierto?

-       Sí.

-       Luego cuál es la razón de tu existencia, ¿cierto?

-       Sí, pero no veo hacia dónde quieres llegar Danavas.

-       Si no eres Rama y eres un pequeño Dios, tal vez eres una parte de él en la tierra. Y en cuanto a tu razón de existencia, probablemente encuentres la respuesta cuando sepas quién eres.

Asombrado, Rama calló y empezó a mirar hacia el cielo, quizás esa sea la respuesta, él era una parte de Dios, pero debía de haber algo más dentro de ello.

Luego de descansar un poco más, Rama y Danavas siguieron su viaje, pero cambiaron su dirección, ahora se dirigían hacia Vaikuta. En el camino, conocieron a otro chico, pero mucho más pequeño que ellos dos, tenía sólo 11 años y ya andaba sin rumbo aparente, su nombre era Subau.

-       ¿Qué está haciendo un niño como tú caminando solo por esta ruta tan desértica? ¿No deberías estar en tu hogar con tu familia? – cuestionaba Danavas al pequeño.

-       El mundo es mi familia, mi maestro y mi hogar, cuando te das cuenta de ello, donde te encuentres deja de ser importante.

-       Pero, ¿no tienes padres? Cuando tenía tu edad, si duraba mucho tiempo fuera de mi hogar, mi madre se ponía histérica, no me imagino cómo se encuentra la tuya en estos momentos. – dijo Rama con un poco de preocupación por el pequeño.

-       No es de su incumbencia lo que yo haga o no. En fin, fui nombrado como Subau, pueden llamarme así como se les plazca. ¿Puedo unirme a su trayectoria?

-       Mientras somos más, más divertido será el viaje. ¡Sigamos adelante entonces!

En una pradera de las lejanías de Vaikuta, encontraron una posada, decidieron quedarse allí, ya era tarde. Después de comer, Rama y Danavas fueron a dormir, en cambio Subau se quedó despierto mirando las estrellas, era su pasatiempo favorito, además, le encantaba meditar a esas horas de la noche, podía de concentrarse mejor.

Rama no conciliaba el sueño, un sinfín de pensamientos sobre su padre invadían su cabeza, así que para calmarse, salió a dar un paseo. Luego de caminar por unos minutos, se encontró con Subau, parecía que estaba durmiendo, pero se notaba la concentración que tenía el pequeño por sus respiraciones y por la posición en que se encontraba.

-       ¿Qué estás haciendo Subau? – preguntó Rama.

-       Me estoy comunicando con nuestro Padre, prefiero hacerlo a estas horas, es más fácil escuchar su voz cuando todos están dormitando.

-       ¿Nuestro padre? ¿A qué te refieres? ¿Cómo te puedes comunicar con tu Padre cerrando los ojos y concentrándote?

-       Parece que todavía no conoces nada sobre nosotros Rama.

-       ¿Qué hay con nosotros? Subau, no entiendo nada de lo que hablas, parece que estar tanto tiempo andando solo por el mundo te ha vuelto loco.

-       ¡Ha ha! – rió Subau.- Hay muchas cosas en el mundo que parecen completamente locas, sin embargo, son conocidas como tal porque no todos las entienden, no porque sean absurdas, todo tiene su lógica.

-       ¿Cómo sabes todo esto?

-       Tengo toda mi vida andando con nuestro Padre y Madre a mi lado, ellos me han enseñado todo lo que se.

-       No comprendo por qué hablas como si tuviéramos el mismo papá y mamá, mi papá se llama Dasarata y ando buscándolo, mi mamá se quedó atrás en Ayodya y está esperando ansiosa a mi regreso.

-       No te dejes engañar por el mundo de las ilusiones Rama, todos somos más que un nombre, un apellido y apariencia. Dos personas que provienen de la misma raíz son hermanos, ¿o me equivoco?

-       No, ¿entonces te refieres a que todos previnimos del mismo lugar?

-       Exacto.

'Noche estrellada'. Créditos: Vincent van Gogh
Subau se levantó y emprendió su camino hacia el Sur.

-       ¡Subau espera! ¿A dónde vas?

-       No lo sé, obedezco las órdenes de nuestros Padres y ya cumplí mi cometido contigo. Tengo otras cosas que hacer, no puedo perder tiempo.- De repente, Subau se levantó y sonrió.- Me despido, fue un placer conocerte y espero que hayas encontrado las respuestas de tus preguntas. Nos veremos luego.

-       ¡No te vayas! Necesito preguntarte más, ¿sabes dónde está mi padre?

Antes de que Rama pudiera hacerle esa pregunta al pequeño, éste ya había desaparecido en la oscuridad de la noche. Rama, perplejo y confundido, se recostó a mirar la inmensidad de la noche.

Ideas invadían su cabeza, ninguna aparentaban tener lógica alguna, mas decidió buscar una conclusión entre sus pensamientos irracionales.

-       Entonces esto era lo que querías... – dijo Rama mirando hacia el cielo.- Yo no soy el único pequeño Dios en la Tierra, todos lo somos. 


Beatriz Rivera.

0 comentarios:

Publicar un comentario